Un viaje de amigos: cuando los sueños se hacen realidad – por @matporph

Esta es la segunda historia de uruguayos que han perseguido auroras. Hoy le toca al grande de @matporph. Mati fue una de las GRANDES entrevistas del blog, al día de hoy todavía sigo recibiendo visitas a través de la entrevista (“Mira muchas fotos, ahógate a fotos. Entrena el ojo, aprende a observar y vas a ver que las fotos están ahí, esperando a que las veas.”).

Unos días después de conocer a Mati me contó que estaba ahorrando para mandarse un viaje por Europa con un par de amigos, uno de los países a los que pensaba ir era Islandia. La calcularon bien porque fueron en la época en la que mas se ven las auroras.

Y asi es que en el Instagram de @matporph empezaron a aparecer fotos increíbles de las auroras. Sabiendo que había ido con dos amigos queria saber la historia detrás de eso. El siguiente relato es 100% escrito por él. Enjoy!!! 😎

Un viaje de amigos, que se convierte en una aventura con mucha suerte.

Que puedo decir de toda esta locura, si todavía me cuesta creer todo lo que pudimos vivir en esta linda experiencia junto con @juanma_acosta y @juanmarichalroig

La realidad es que era un viaje que nos debíamos hace mucho tiempo, y queríamos que fuese totalmente épico. Era la primera vez que salíamos del país juntos y no tuvimos mejor idea que elegir un destino como Islandia. Desde hace mucho tiempo le tenía clavado el ojo, pero siempre creí que era un destino para más adelante, el típico “ya voy a poder ir”. Y cuando salió esta posibilidad, no dudé ni un segundo en llenarles la cabeza a los otros dos para convencerlos de que ese era EL lugar. Les mostré videos, fotos, lugares.. Tan así que hasta ellos se contagiaron y después eran los que me decían ¡mira! Mira este lugar, tenemos que ir

Todo fue tomando forma y después de muchos planes, era una realidad. Nos íbamos a Islandia. Pasajes, transporte, destinos marcados. Todo planeado, o casi todo. 

Cuando confirmamos, le escribí a Nico (@n.charlone) para pedirle algunos piques porque sabía que él había ido el año anterior e iba ser de gran ayuda conocer su experiencia. Un crack, me pasó toda la data que necesitaba, como las apps del clima, las páginas para corroborar el estado de las rutas y por supuesto, una para controlar la actividad de las auroras. 

Estaba todo bajo control, nada podía fallar. Pero la euforia pudo más y en el momento me olvide de todo. Por ahí suena más poético pero fue la realidad, la suerte estuvo de nuestro lado siempre. No consultamos ni una sola vez las páginas de las rutas, ni de las auroras, nada. 

Nos lanzamos a la aventura y que salga lo que salga. Un poco arriesgado pero fue lo que sentimos. Y no le erramos. El primer día fue increíble, recorrimos todo lo que pudimos y fuimos parando en varios lugares hasta llegar a VIK, un pueblo situado al sur de Islandia sobre las costas del Atlántico, rodeado de sus playas y acantilados, en el cual decidimos pasar la noche. Ya se habían ido los últimos minutos de luz, cuando pensamos que era buena opción intentar cargar la batería de la camioneta que daba energía a los tomacorrientes, y así poder cargar todo los cacharros que tenía conmigo. Después de varios intentos en el surtidor de carga, no encontrábamos forma de poder conectarlo a la camioneta. Ya frustrados decidimos mandar a Juanma a que pregunte dentro de la estación, si era en esos mismos surtidores que podíamos cargar dicha batería. 

Los minutos pasaban y Juanma no aparecía. Apoyados en la camioneta, con Juan nos pusimos a observar el cielo, el cual no veíamos completamente porque encima nuestro había una montaña bastante grande. Y allá arriba, en el borde, se veía una especie de resplandor fluorescente que después de un tiempito me empezó a llamar la atención. En el medio del silencio, inquieto, le pregunto a Juan: 

Bo ¿Eso no será una Aurora? 

A lo que me responde:

 – Nahh boludo, se tendría que ver re bien si es una Aurora. 

Claramente no me convenció la respuesta, porque forzando el ojo, en el medio del pueblo con luces, lograba ver algo medio verdoso y brillante. Así que me metí rápido a la camioneta, agarré la cámara con el angular, la configure medio rápido sin pensar mucho, y así nomás, en la mano disparé unos diez segundos para ver que salía. Y cuando el LCD reveló la imagen, casi despego del salto. Allá arriba, sobre la montaña, aparecía una franja luminosa de un color verde intenso, que nos dejó de boca abierta a los dos. Enseguida me salió al grito: 

¡TE DIJE NABO! (Si, así nos tratamos).

Justo en ese momento aparece Juanma, y sin entender mucho que pasaba, le dije rápido: 

Olvídate de la batería, nos vamos lejos del pueblo ya.

Con cara aún más desorientada me dice: 

¿Eh? ¿Qué pasó?

– ¡Hay auroras boludo!

Y así arrancamos con todo rumbo a algún lugar que zafe un poco de la luz del pueblo, para poder captar mejor las estrellas junto con éste espectáculo verde. 

Paramos al costado de la ruta, en un lugar que parecía bueno tirar algunas, y arranque a disparar. Pero hubo 2 problemas. Aunque creímos que no iba a haber mucho movimiento en la ruta, y menos por la noche, no dejaban de pasar autos que hacían que las fotos me quedaran un poco sobreexpuestas. Sumado a eso, fui lo bastante novato como para no llevar un trípode en el cual disparar con el encuadre a mi antojo. Así que me las tuve que rebuscar, probé en el piso sobre la nieve, al costado de la camioneta y no había caso, el encuadre no me gustaba. Hasta que probé apoyarlo sobre el capó de la Mecha (la Mercedes Marco Polo en la que viajabamos) y la cosa mejoró. Pude tirar algunas que me dejaron bastante convencido, pero no lo suficiente. 

Hace mucho tenía planeada una foto en mi libreta, desde el piso, con las figura de los 3 mirando las auroras danzar al fondo de la imagen. 

Pero ese mismo encuadre no lo veía posible en ese momento. Así que les dije de ir a buscar otro lugar, quizás sobre la Black Sand Beach, donde era muy probable que se viera mejor ya que estaba al otro lado del pueblo. 

Y para allá arrancamos, emocionados, porque ya las habíamos podido ver, y en el primer día. Pensábamos, ¡qué suerte tenemos!, hay mucha gente que viene específicamente para eso, las busca y no logra verlas. Ya sea por baja actividad, nubosidad, o tormentas. Y nosotros ya presenciamos el tan soñado espectáculo en la primera noche, sin siquiera buscarlo. Quise creer que ellas nos buscaron, porque todo era increíble.

Y sin pensarlo, ya estaba tachando ese sueño de mi lista, ya era real.  

Así llegamos a la playa, nos bajamos sin importar el frío y seguimos tirando fotos por un largo rato. Probamos varios encuadres, hasta que pude dar con el que me imaginé hacía ya un tiempo. Estaba satisfecho, había cumplido. Después de eso tiramos varias más y pudimos aprovechar para disfrutar en silencio del show más fantástico que hayamos podido ver. Nos quedamos sin palabras. No sabíamos cómo describirlo. Fue alucinante. Nos sentimos afortunados de poder estar ahí, en ese momento, juntos. 

Sacamos la bandera más linda, y comenzamos a gritar y a cantar olvidándonos del frío viento por unos minutos. La emoción no paraba de crecer. Fue un momento único, para repetir mil veces en la memoria. 

Habíamos llegado hasta ahí, habíamos cumplido un sueño. Pero no había terminado. 

A la tardecita siguiente nos encontrábamos viajando rumbo al glaciar, para pasar la noche allí. Y ya más conscientes de que podrían volver a aparecer, no nos despegábamos de las ventanas por si lográbamos verlas. Pero un largo tramo nublado, hizo que perdiera un poco las esperanzas de verlas nuevamente esa noche. Así que decidí descansar por un rato, hasta que un grito de Juanma me hizo volver al mundo. Estaban nuevamente ahí, danzando entre las nubes, lo que hacía verlas de forma diferente. Parecía que blancos y verdes se entrelazaban, era increíble. Paramos varias veces en diferentes tramos de la ruta. Nos llevamos otro espectáculo totalmente gratis, dos noches consecutivas viéndolas. Parecía mentira. 

Ya para la tercera noche pensamos que no íbamos a tener suerte. Luego de recorrer cascadas y montañas, ya estábamos muy cansados, deseando tener una cama y poder dormir cómodamente. Se nos ocurrió alquilar un hostel, para descansar mejor, bañarnos, y lavar todo lo que veníamos usando para cocinar y comer.

 Ya era totalmente de noche y teníamos que llegar a las 20hrs al hostel que estaba bastante lejos de nuestra ubicación. Así que decidimos arrancar y cuando estábamos por encender la camioneta, por la ventana y sobre la montaña que habíamos bajado, se asomaba otra vez el hermoso resplandor verde. Sin dudarlo le dije a Juan que parara, que iba a volver a bajar para hacer alguna otra foto. Hice las que pude, en el piso porque no tenía nada alrededor para apoyar la cámara. Y algunas salieron. Estuvimos un ratito más mirándolas y decidimos seguir viaje porque ya estábamos totalmente agotados.

Agotados pero felices, en ese camino volvimos hablando de la suerte que tuvimos. 3 Noches seguidas pudiendo observarlas. Ninguno de los 3 pensó que eso podía ser posible. Incluso, nos llegaron a decir que era muy difícil poder verlas, y que varios volvieron sin poder observar eso tan hermoso. Creo que si las hubiésemos buscado a propósito, no hubiese sido tan perfecto. Vaya uno a saber siquiera si las hubiéramos podido ver. 

Así fue como vivimos esta experiencia grandiosa.

Las noches siguientes no tuvimos tanta suerte. Ya con cielos más nublados, y sin tanta actividad, no fue posible observarlas. Pero vivimos un montón de otras cosas que hicieron el viaje totalmente perfecto. No nos podemos quejar de NADA

Tuvimos todo. Todo lo que queríamos, o al menos todo lo que deseábamos ver y más.

Todos sus paisajes son increíbles, de otro mundo. De noche, de día. Con sol o nublado. Con nieve o sin nieve. Fue una experiencia tremenda

Su gente también hace todo esto posible. Tienen una amabilidad que no se explica. Son muy atentos, muy serviciales y no dudan ni un segundo en prestarte ayuda. 

Esa es la imagen que me llevo de Islandia. La isla de los volcanes, las montañas, los glaciares, las auroras y la gente extremadamente amable. 

Agradecido de la vida por permitirme vivir esta aventura. Ya tendré posibilidad de contar más anécdotas, porque nos trajimos muchísimas, varias divertidas además. Y ojalá en algún momento pueda volver, a recorrerla entera, porque debe haber magia en cada uno de sus rincones.

Gracias Islandia y gracias a vos Diego por permitirme contar esta experiencia. Espero que más personas tengan la posibilidad de vivirlo alguna vez en su vida. Son de esas cosas que te llevas para siempre en la memoria, las que impactan, las que realmente llenan el alma aventurera que creo todos tenemos.  

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