Manejando 32 horas sin parar para ver una aurora: haciendo Rusia -> Finlandia -> Polonia con @santichaer

Me acuerdo que cuando arranqué fuerte a seguir gente uruguaya en Instagram que estuvieran metidos en el mundo de la fotografía, uno de los primeros que me apareció fue @santichaer. Arquitecto, buena onda, fotos zarpadas que hacen parecer a Montevideo una ciudad de algun lugar de Europa.

Una de las cosas buenas que tiene estudiar arquitectura es el viaje de fin de curso. Conoces literalmente el Mundo (me contaron 😅). @santichaer me contó la locura que fue tratar de ver una aurora en medio del viaje mientras estaban en Rusia. Haciendo Finlandia de pasada se separó del grupo y metió 32 horas de manejo sin parar para ver si lograban ver algo.

Lo hicieron. El relato de @santichaer comienza en 3…2…1…

Una de las anécdotas más contadas de mi viaje de arquitectura, fué el momento en que me decidí ir a ver las auroras.

Básicamente, la mayor parte de este viaje se hace en camioneta…se arman grupos de hasta 5 personas, y se viaja constantemente de una ciudad a otra.

El tema estaba en que no todas las personas de mi camioneta querían ir a verlas…en esos momentos, muchos de nosotros ya estábamos bastante cansados, y todavía nos quedaba viaje por delante. 

El hecho de ir a verlas (o intentar mejor dicho), implicaba muchas horas de manejo. Tener que movernos en sentido contrario al que marcaba nuestro itinerario, y por ende, descartar la posibilidad de ver aquellas ciudades que en esos días tocarían. Pero eso a mi no me importaba… ¡quería cumplir ese sueño que tenía de hacía años! Estando en Rusia, y teniendo que volver a Helsinki para agarrar nuestra camioneta que había quedado en un camping por una semana estaciona (ya que Rusia lo hicimos en formato de excursión) para continuar nuestro viaje, decidí cambiarme de camioneta, con personas que apenas conocía, pero que al igual que yo eran conscientes que no podíamos irnos del norte sin al menos haber intentado ver las auroras.

Mientras nuestro destino se encontraba al norte de Finlandia, mis compañeras de camioneta (de mi camioneta original) se dirigían hacia el sur, con destino Polonia, donde allí se festejaría el cumpleaños de una de ellas.

Así que así fue como comenzó nuestra cuenta regresiva…teníamos 4 días para viajar al norte de Finlandia, ver las auroras, y luego ¡manejar hasta Polonia para el cumpleaños de mi amiga! ¡Una locura!!! y más sabiendo que teníamos un 40 o 50% de probabilidades de verlas, ya que habíamos estudiado el clima de esa zona y entrado a las paginas para ver los datos del electromagnetismo que iba a ver, y había altas probabilidades de que fuera a estar todo nublado (que si esto sucede, lamentablemente no se pueden ver).

Así con todo esto, decidimos partir….manejamos 600km hacia el norte para llegar a Oulu, donde pensamos que tendríamos suerte. 

La primer noche no la tuvimos. Manejamos de un lugar a otro hasta las 4 de la mañana buscando un lugar descubierto de nubes. Mientras algunos manejaban, otros buscaban en Internet los sectores más despejados dentro de la zona (aunque algunos lugares se encontraban a 1 hora de distancia, igual íbamos!). 

Buscando Internet.

A esa hora, ya el cansancio era demasiado…todo un día y noche de manejo y no habíamos tenido suerte. Un poco desanimados por la situación, decidimos volver al camping donde nos registramos para poder descansar, y cruzar los dedos para que al día siguiente (la última oportunidad) las pudieramos ver.

Llegada la noche del segundo día, nos dimos cuenta que el pronóstico era muy similar al del día anterior y decidimos cambiar la pisada, decidimos quedarnos en el camping y esperar a tener la chance de verlas ahí.

Mientras algunos de nosotros cocinábamos, otros se quedaron en la playa que estaba al lado de nuestras carpas mirando hacia el cielo, esperando que aparecieran para gritar y que todos saliéramos corriendo a verlas (tengan en cuenta que si bien el “espectáculo” puede durar varios minutos, a veces aparecen por unos segundos solamente, y había que estar preparados). Hasta el día de hoy me da gracia imaginarme cómo me debía ver corriendo esos 200m que quedaba la cocina de distancia de la playa con la boca llena de fideos jaja (y que encima en esa ocasión fue una falsa alarma).

Ya habiendo comido, nos fuimos todos para la playa…no sentamos en reposeras con mantas y sobres de dormir para aguantar el frío y nos quedamos charlando mientras mirábamos constantemente el cielo nublado que parecía no querer abrirse.

Llegando las 12 de la noche, y entre charlas y expectativas, una del grupo que no se había distraído nunca por las historias que estábamos contando, comienza a gritar: “la aurora!!!!”.

Acto seguido todos apagamos las linternas, celulares o cualquier cosa que afectara la visibilidad y miramos hacia arriba…justo encima de nuestras cabezas, el cielo se abrió por unos 30 segundos, y lo que durante horas fue oscuridad, ¡ahora se había convertido en un mar verde! La emoción que todos sentimos fue increíble…todo había valido la pena.

Intentamos quedarnos hasta tarde para ver si se volvía a repetir el espectáculo, pero no sucedió….nuestro recuerdo quedó registrado en esos 30 segundos, que ni para sacar fotos dio el tiempo (aunque lo intentamos, pero la cantidad de nubes alrededor no ayudaba, y sumado a que en ese momento, ninguno tenía muchos conocimientos de fotografía todavía).

El único recuerdo fotográfico que quedó, fue el de un compañero, que de todos los que intentamos, ¡fue la que mayor suerte tuvo!
Luego de haber vivido todo esto, quiero comentarles que la cuenta regresiva se había cumplido, y habíamos llegado a destino…32 horas de manejo sin parar (solamente para comer e ir al baño) fue lo que nos llevó viajar desde Oulu, ciudad que nos regaló el espectáculo de las auroras, hasta Varsovia, donde nuestra compañera de viaje nos estaba esperando para que a las 00:00 de esa misma noche comenzara su cumpleaños junto a todos nosotros, feliz, y con muchas anécdotas por escuchar…

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