
Este verano me paso algo raro en Instagram: en un momento veo que mucha gente estaba viendo y fotografiando las auroras. Y por “mucha gente” me refiero a 3-4 personas, pero cuando esas fotos me empezaron a aparecer en el inicio quede así 😧.
Pero más allá de las fotos espectaculares, queria saber la historia detrás de la foto. Como gente de uruguay llega a partes remotas del mundo con una cámara debajo del brazo. Ahi empece a preguntar por eso mismo, las historias. Tengo 4 historias de uruguayos listas, ésta es la primera.
Ya conocemos a @mv_ville. Fotógrafo nocturno, uno de los más salados que conozco a nivel de planeamiento. Te puede usar 4-5 aplicaciones para planear una foto, yo he aprendido mucho de él. También fué la primera entrevista del blog (“El ojo humano no es capaz de verlo todo”), si aún no la leiste no dudes en leerla.
Pero antes de saltar a la historia tenemos que entender algo importante: ¿qué son las auroras?
¿Qué son las auroras?

Están en el bucket list de todos. Si no es el mayor espectáculo natural que nos puede dar el Planeta Tierra, anda cerca. El responsable de las auroras es el Sol. El Sol, a 150 millones de km de la Tierra, está emitiendo continuamente partículas. Ese flujo de partículas lo llamamos “viento solar“. Las auroras se dan cuando éstas partículas chocan contra el campo magnético de la tierra y, debido a éste, son guiadas hacia los polos (por eso no las podemos ver en otras ubicaciones).
Al alcanzar la atmósfera, las partículas del viento solar chocan contra moléculas de oxigeno y nitrogeno, haciendo que los átomos presentes en la atmósfera ganen un electrón. Después de un rato, ese electrón se libera energéticamente en forma de luz. Acá es donde varía la intensidad de la aurora, en base a cómo se están liberando los electrones en ese momento.
Es como un puzzle perfecto. La historia a continuación está 100% escrita por @mv_ville. Tremendo relato.
Cumpliendo un sueño: la historia detrás de las fotos de @mv_ville

Uno de los principales motivos por los que viaje a Islandia fue el de cumplir un sueño; ver las auroras boreales, verlas y disfrutar de eso que tanto veía en fotos y videos de internet.
Luego de comenzar a planificar el viaje, estudiando e investigando sobre ese maravilloso país, nos dimos cuenta que eran infinitas las cosas que podían verse ahí, así que decidimos dar la vuelta completa a la isla en 10 días, 2600 km recorridos.
Durante el día disfrutamos de los paisajes que habíamos establecido como destinos principales y también haciendo un stop a cada rato para tener algunas fotos de lo que nos íbamos encontrando. Pero cuando la luz del sol nos abandonaba había un solo objetivo: auroras boreales.
Cuando llegaba la noche, comenzaba la búsqueda. Con la ayuda de aplicaciones para móvil, buscábamos el lugar y el momento ideal, teníamos que considerar varias cosas:
- Índice KP: es una escala del 0 al 9 que mide la actividad geométrica, cuanto más alto el índice, más probabilidades de ver auroras.
- Nubosidad: sin dudas que este despejado es un factor importante.
- Estado de las carreteras: En Islandia, y sobre todo en invierno muchas carreteras están cortadas, por viento, nieve, etc, y todo el tiempo se cierran y se abren carreteras, por lo tanto teníamos que considerar ese factor también. Hay una página web que actualiza constantemente esta información.
La primera noche no tuvimos suerte con esto, nos quedamos con las ganas. Pero la segunda nos dirigimos a Godafoss, una cascada en el norte de Islandia que tiene unos 12 metros de alto y 30 de ancho. Las predicciones nos decían que aproximadamente a las 00:00 hs despejaba y el índice KP seria nivel 3. Hasta ahí nos fuimos viajando 4 hs hasta el lugar.
Cuando llegamos (23y45 hs) nos encontramos que no había nadie (era lógico) en esta época la cascada esta semi congelada, con muchísima nieve y no suelen ir personas al norte. Algo peligroso, sobre todo para los que no conocíamos el lugar.
¡La adrenalina se sentía!
Después de abrigarnos muchísimo bajamos de la camioneta y aprontamos las cámaras, hicimos unas pruebas y… ¡VERDE EN LA PANTALLA! Había auroras… Los nervios y la ansiedad se empezaban a sentir.
La vista aún no se acostumbraba a la oscuridad, normalmente tarda unos 20 minutos por lo menos. Ya cuando se acostumbró comenzamos a caminar unos 500 metros por la nieve hasta la cascada y disfrutar de ese espectáculo. Aunque la intensidad de las auroras no era demasiada, era la primera vez que las veíamos y fue increíble disfrutarlas en ese lugar especial durante una hora, disfrutamos cada minuto hasta que se nublo, pero nos fuimos a dormir felices.

La tercer noche, llegamos al lugar más al norte de la isla, un lugar que queríamos fotografiar con auroras por su peculiaridad, ese lugar es The Artic Henge, en Raufarhöfn, pero lamentablemente el clima no acompaño, no solo se nublo muchísimo sino que nevó toda la noche. Nos fuimos a dormir con la mentalidad en el siguiente dia.
El cuarto dia nos levantamos decididos a buscar el spot indicado para conseguir ver auroras y continuamos la ruta, nos dirigíamos hacia el Este de la isla. Ese día atravesábamos una tormenta solar y nos anunciaba un índice KP 5, era la noche indicada, no teníamos dudas.
Cuando llego la noche, el lugar que indicaba despejado estaba a 200 km de nuestro punto, así que buscamos un lugar en Google Maps donde había un lago, confirmamos la ruta y arrancamos. Mientras íbamos en viaje hicimos una parada en la ruta ya que se veían muy bien las auroras y no queríamos perderlas. Estábamos emocionados y paramos aproximadamente 1 hora, hicimos varias fotos pero no había un encuadre muy convincente, solo nieve, una máquina barredora y ruta. Cuando se nublo continuamos viaje al lago.

Llegamos al lugar a media noche, completamente despejado, ¡Qué emoción!
Diez minutos después de llegar busque un encuadre y deje la cámara programada para disparar durante 2 horas por 2 razones:
La primera: quería hacer un timelapse de las auroras
La segunda: quería disfrutar del espectáculo sin que la cámara me distraiga.
Después de 30 minutos en el lugar, estaba sentado en la camioneta esperando que pase el tiempo, la temperatura era muy baja y la sensación térmica de 15 grados bajo cero. De repente siento a mis amigos gritar, gritaban sorprendidos, parecían niños! “Mirá, mirá lo que es eso” “Woooow, es increíble” “Nooo, no puedo creer”
Justo Robi (uno del grupo) estaba haciendo una videollamada con su madre y ella lograba ver las auroras.
Me bajo de la camioneta, miro el cielo y veo lo más espectacular que jamás vi hasta ese momento, unas auroras brutales, se movían rápido sobre nosotros, como bailando, cambiando de color de verde a rojo perfectamente visible por nuestros ojos.

Se movían como serpientes y se iban, era como que te seducían, te dejaban sin palabras y desaparecían, pero venían más y más, el espectáculo no terminaba nunca y cada vez era mejor. Algunas giraban como en remolino y eran tan intensas que alumbraban todo el paisaje como si nada.

Otro de mis amigos simplemente dejó su cámara y se acostó en el suelo a disfrutar, no importaba el frio, estaba atónito.
Después de más de media hora y ya completamente maravillados vino lo mejor, una aurora muy intensa, ¡Gigante! Con tonos verdes y rojos, se movía justo encima de nosotros con un brillo increíble, parecía que nos quería tocar esa cosa brillante y gigantesca en el cielo, que sabía que la estábamos mirando, sentíamos que nos quería dar el cierre del show. No salíamos del asombro, esa noche fuimos privilegiados y lo sabemos.

Fue una hora y media del mejor espectáculo que vi en mi vida. Puedo decir con tranquilidad que cumplí mi sueño y fue mucho mejor de lo que imaginaba cuando veía los videos y las fotos en internet, ese momento va a quedar para siempre en mi recuerdo y me encantaría que todas las personas que quieren ver auroras puedan vivir lo mismo o algo mejor aún, porque es simplemente maravilloso.
El resto del viaje fue con noches completamente nubladas, y aunque queríamos vivir de nuevo lo que habíamos visto y no pudimos, estábamos más que felices, nos podíamos ir a casa con un sueño cumplido, uno menos en la lista.